CICLO VITAL FAMILIAR Y RESILIENCIA
El Ciclo Vital Familiar y Sus Crisis:
La familia, como todo organismo vivo,
tiene una historia, un nacimiento y un desarrollo, de la misma forma que cada
persona tiene un ciclo vital. Así la familia, constituida por individuos,
presenta distintas etapas en el transcurso del tiempo: se conforma, se expande,
se desarrolla y llega a disolverse. En cada uno de estos pasos, se enfrenta con
diferentes cambios y tareas, planteándosele en cada uno de estos distintos
momentos dos objetivos principales:
1. Resolver las tareas o crisis
propias de cada etapa de desarrollo.
2. Aportar
todo lo necesario a sus miembros para que estos puedan tener satisfacción a los
requerimientos propios de cada momento.
Sin duda, las transiciones de uno a
otro estadio están causadas no sólo por los procesos individuales y familiares,
sino también por normas sociales, sucesos socio-históricos y condiciones ecológicas.
El ciclo vital familiar comienza con una etapa de Formación, a partir del momento en que
la pareja define iniciar un proyecto de vida en común, empezando a convivir en
base a sentar acuerdos comunes que permitan a estas dos personas, que
decidieron unirse, compatibilizar uno con el otro, teniendo en cuenta que
provienen de distintas familias de origen con, en mayor o menos medida,
diversas costumbres y hábitos; y esto último puede ser motivo de
desestabilización sino se tiende a llegar a pautas que permitan esta
acomodación bilateral permanente.
Después, continúa el momento de Expansión, en el que asistimos a la
llegada de los hijos e hijas, y podemos considerarlo hasta la edad preescolar.
En esta etapa se da la aparición de nuevas formas de relaciones,
interrelaciones y roles acorde a la llegada de los nuevos miembros de la
familia, lo que, incluso, da origen a nuevas funciones sociales para parientes
cercanos, como los que se convierten en nuevos tíos, tías, abuelos y abuelas. Esto implica un aprendizaje novedoso
para todos, nuevos desempeños y comportamientos que van a interactuar
transformando a la familia.
Posteriormente, el ciclo evoluciona hacia la etapa
de Consolidación y Apertura, en la
que se da un amplio desarrollo y fortalecimiento del grupo, afianzándose los
roles en la interrelación dinámica dentro del grupo familiar. Los hijos avanzan
hacia la independencia, en algunos casos progresando y culminando sus estudios
superiores, y progresivamente van en el camino de la formación de sus propias
familias, iniciándose el momento del desprendimiento.
También suele darse en este período el fin de la ocupación laboral de los
padres.
Finalmente, hacia el final del ciclo del grupo
familiar inicial se presenta la etapa de Disolución,
en la que se da la desaparición física de uno de los integrantes de la
pareja que le dio inicio a la familia.
El ciclo vital familiar se desarrolla a través de un proceso no estable, planteándose
distintos momentos de cambios importantes que llevan a diferentes crisis.
Algunas de estas crisis son esperadas, ya que son previsibles y
acordes a cada momento de acomodación. Entre ellas podemos nombrar la referida
a los primeros momentos de convivencia de la pareja iniciadora de la familia,
la llegada del primer hijo, el inicio de la escolaridad de los niños, los
cambios de la adolescencia o la enfermedad de los abuelos o parientes ancianos
cercanos.
Asimismo, la familia muchas veces
debe hacer frente a otro tipo de crisis que pueden desestabilizarla aún más,
estas son las crisis inesperadas, no
esperadas o eventuales, ya sea por su naturaleza o por el momento
sorpresivo en el que ocurren. Eventos como la muerte temprana de uno de los
integrantes de la pareja fundadora de la familia, o el deceso de un hijo, la
enfermedad grave de uno de los miembros a edad temprana, o el deceso por algún
accidente, o la no adaptación de alguno de los hijos a la escolaridad, son sólo
algunos ejemplos.
Resiliencia
Encontramos diversas maneras de
definir el concepto de Resiliencia, tanto como capacidad, como proceso, o
también como resultado.
El sociólogo holandés Stefan Vanistendael plantea que la
resiliencia es “la capacidad de una persona o un sistema social de vivir bien y
desarrollarse positivamente a pesar de las condiciones de vida difíciles, y
esto de maneras socialmente aceptables”. También la define como “capacidad de
una persona o un grupo para superar grandes dificultades y crecer a través o en
presencia de ellas de manera positiva”.
El doctor y psicoanalista francés Boris Cyrulnik (1937), uno de los
mayores exponentes de la teoría y de la práctica de la resiliencia, ya que tuvo
que superar la traumática experiencia de haber perdido a sus padres en un campo
de concentración nazi del que él huyó siendo sólo un niño, la define como “la
capacidad de los seres humanos sometidos a los efectos de una adversidad, de
superarla e incluso salir fortalecidos de la situación”.
Froma
Walsh, doctora y profesora en la Universidad de Chicago, plantea que “se
trata de un proceso activo de resistencia, autocorrección y crecimiento como
respuesta a las crisis y desafíos de la vida”.
Teniendo en cuenta estas
definiciones podemos conceptualizar a la resiliencia como la capacidad o facultad
de una persona o un grupo social, como es la familia, para desenvolver
satisfactoriamente sus capacidades o potencialidades vitales, aún sometida a
situaciones de estrés intenso o viviendo en un ambiente negativo y adverso. Las
personas o comportamientos resilientes son fácilmente identificables en
situaciones críticas, por lo que se manifiesta como capacidad de sobreponerse,
de superar estos momentos y crecer como persona y grupo social como subproducto
de ese proceso.
Es decir que, esta capacidad, puede
ser latente o visible y nunca es absoluta, siempre es variable, y se construye
en un proceso de interacción con el entorno. La resiliencia emerge,
principalmente, de las interacciones sociales. Se desarrolla, fundamentalmente,
a partir de aportes cognitivos, emocionales, morales y relaciones que provienen
del contexto más cercano. En este sentido, laDra. Edith Grotberg, destacada científica en la materia, de la
Universidad de Alabama (EEUU), considera a la resiliencia “como parte de un
proceso de desarrollo que debe ser promovido desde la niñez”.
La
familia, como institución primaria,
moldea las formas de enfrentar las crisis esperadas y las no esperadas
fortaleciendo determinados comportamientos, actitudes, sentimientos, valores,
responsabilidades. De esta manera, como primer ámbito de socialización del
individuo y como organismo social fundamental integrado a la comunidad, puede
aportar herramientas que pueden cimentar su capacidad para desenvolver las potencialidades y acrecentar las
posibilidades de adaptación a los cambios y superación de las situaciones
críticas o traumáticas; tanto en su desarrollo como grupo social como hacia sus
miembros constituyentes; y con esto incide significativamente en la forma de
vivir en salud-enfermedad.
Debemos aprender a sobrellevar toda dificultad apoyandonos en la familia y en la capacidad de resiliencia. |
Así, la familia y sus miembros
pueden presentar una mayor o menor capacidad de desarrollar sus potencialidades
vitales, encarar los riesgos,adaptarse positivamente, o superar las distintas
crisis, refiriéndonos así a una mayor o menor expresión de resiliencia. Al
mismo tiempo, la familia, en relación con la comunidad de la que es parte
constituyente, puede promover los factores o pilares resilientes que colaboran
en desarrollar esta capacidad dinámica, fomentando: la adquisición de
responsabilidades, la autonomía y solidaridad, fuertes lazos afectivos, la
creatividad e iniciativa, el humor, la recreación, la creación de vínculos
sociales satisfactorios, el compromiso y la autoestima consistente.
Desde el profesional de enfermería, como
parte de los agentes de la comunidad que actúan sobre la unidad
individuo-familia, considerando a la familia como sujeto de cuidado, el
desarrollo de la resiliencia requiere otra forma de mirar la realidad para usar
mejor las estrategias de intervención. En este sentido, la enfermera puede
cumplir un importante rol de apoyo, de contención, educadora, intentando
detectar y movilizar los recursos propios de la unidad familiar y sus miembros,
de su entorno, de los servicios, para desarrollar mecanismos de acción de
promoción y cambios favorables en el estilo de vida que permitan mejorar la
calidad de vida familiar y de las personas, así como su fortalecimiento ante
situaciones de riesgo, traumáticas, patológicas y/o de rehabilitación.
REFLEXIÓN
La familia es la unidad social básica, la
célula base del organismo social, al que constituye y con el que mantiene una
interrelación de influencia recíproca, conformando la comunidad y, más en
general, la sociedad.
Lo
verdaderamente importante para el ser humano tiene sus comienzos en el contexto
familiar, con todas las consecuencias positivas o negativas que ello supone. Nos
referimos a la construcción de la identidad, al desarrollo de la afectividad, a la adquisición de un sistema de valores
propio, al desarrollo de la autonomía y de la sociabilidad. Para configurar
lo esencial, lo verdaderamente humano, se necesita de la experiencia de estar
juntos. Por ello, no resulta adecuado cualquier contexto familiar, sino aquel capaz de satisfacer tanto las necesidades
básicas de índole biológica como emocional, cognitiva y social que forman
parte de la especie humana, y que son la base sobre las que la familia lleva
adelante sus diversas e importantes funciones
económicas, educativas, biológicas, socializadoras, recreativas y afectivas.
Hay
diversos tipos de familias y, por ello, son múltiples las formas en que
cada uno de sus miembros se relacionan y viven cotidianamente. La realidad
actual nos exige reconocer que cuando hablamos de familia no nos referimos sólo
a un sistema nuclear sino, más bien a un conjunto
de maneras de concebir a la familia desde nuevas estructuras. Por eso,
tenemos que intentar ser abiertos, cambiar, modelar y romper con viejas
rutinas, pensamientos y adaptarnos a la
nueva sociedad.
De esta
forma, la familia desarrolla una dinámica
familiar que se desarrolla por una constante interacción recíproca entre sus integrantes, y con la comunidad y
la sociedad, conformando y siendo influida simultáneamente por la cultura;
organizada en función de una serie de normas;
siendo la base de la determinación de roles
y funciones propias de cada miembro. Nos parece importante que todo esto esté claramente definido para una
funcionalidad sana de la familia. Muchas veces estas reglas y roles no
están claros y/o son desiguales dentro del núcleo familiar, lo cual lleva a
relaciones poco sanas o traumáticas y estresantes para los miembros de la
familia y la unidad social de conjunto.
La familia atraviesa una secuencia predecible de estadios a lo largo de su ciclo
vital, con cambios que son precipitados por las necesidades biológicas,
sociales y psicológicas de sus miembros y sus interrelaciones, influenciados
por el contexto social e histórico. Esos diversos momentos llevan a distintas crisis y/o riesgos que afectan en menor
o mayor medida a la familia y sus integrantes acorde a que sean crisis
esperables o eventuales, respectivamente.
Para poder desarrollar
potencialidades y enfrentar con mayor fortaleza estas situaciones críticas es importante que la familia desarrolle las
capacidades y cualidades de los niños y del resto de los miembros creando
un entorno propicio con las necesidades fundamentales satisfechas para que
desarrolle sus dimensiones afectivas, cognitivas y sociales, aumentando sus actitudes resilientes, con
el apoyo de entidades y agentes comunitarios, fomentando la responsabilidad,
solidaridad, lazos afectivos y de relación social, y una fuerte autoestima.
En relación
a esto, nos parece de suma importancia
que la enfermera, considerando a la familia como sujeto de cuidado desde una perspectiva
bio-psico-social, se posicione desde una perspectiva orientada al desarrollo de
la resiliencia familiar y de sus miembros, partiendo de los recursos
propios de la familia y aquellos que puedan estar a su alcance como parte del
entorno y servicios de la comunidad, para apoyar y orientar aportando desde su
lugar al mejoramiento de la calidad de vida familiar y la fortaleza para
encarar los procesos de salud-enfermedad, ya sea desde la promoción, prevención
y superación de eventos patológicos, traumáticos o trágicos; colaborando con la
unidad individuo- familia y su desarrollo como parte de la comunidad.
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Mateo, P.M. "El desarrollo de competencias parentales como factor de
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Profesora Pérez
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